El peor día de mi vida


Hoy ha sido el peor día de mi vida, como siempre me desperté temprano pero me levanté tarde dejándome arrastrar una vez más por ese sentimiento depresivo de insatisfacción que abunda en mi vida y que justamente comienza cuando abro los ojos.

Prendí el celular, eso fue lo primero, porque bajo la premisa de que no llamarías y no queriendo alimentar mi obsesión nocturna por ti me desconecté de toda comunicación, no me gusta pensar que espero en vano lo que no sucederá, mi orgullo es grande y enfermizo. Pero sí me buscaste, tu mensaje me llegó 20 minutos tarde y mi amargura no me dejó estar lista para lo que tanto estuve esperando; primero me ofendí por la petición poco anticipada que me hiciste, luego me sentí como una tonta porque quizá no había sido tan inoportuna como creía, lo peor que me puede pasar es no estar lista cuando lo debería de estar.

Así que empecé mi día renegando de las decisiones que había tomado un día antes, todo por no creer, todo por no confiar, todo lo hice para arruinar lo que pudo ser y al fin de cuentas no fue.

Estuve lista más tarde de la cuenta, resultado de intercalar los auto reclamos con la rutina matutina, al fin logré llegar al carro, me acomodé y sentí ese calor que me exaspera y que tolero la mayor parte de los días, el carro no prendió y aun así guardé la calma. Una piedra y un leve ajuste fueron suficientes para reconectar la batería que se había zafado de un extremo, el camino de mi casa al trabajo es simplemente un recuerdo nulo, quizá sólo fueron pensamientos suicidas u homicidas, ira reprimida y frustración, ni siquiera quise escuchar música, mi vida ya estaba jodida.

Respeto el Jazz, porque sé que es un género que requiere de estudio y no cualquiera es capaz de interpretarlo, pero simplemente lo respeto porque en realidad no es de mi total agrado. La mejor manera de aderezar mi desgracia fue llegar a la oficina y que mis oídos toparan con esas melodías que sólo distorsionan mi estado de ánimo, y me repetí una vez más: este es el peor día de mi vida. Cualquier otra ocasión pude haber apreciado un poco, agradecido en algo escuchar un buen Jazz, pero ¿porqué hoy?, así que mi desagrado llegó hasta el punto de reclamarle a mi compañero el haber amenizado ese día con ese género. ¿Qué me pasa?, simplemente no te lo puedo decir pero puedo inventar una mentira para que ya no me esté molestando el exterior y quedarme solamente con el martirio de mi mente, así que te dije una mentira y me fui a buscar algo que comer en el refrigerador.

Siempre desayuno lo mismo, una fruta o yogurth o las dos cosas, nunca tengo problemas con eso, es parte de mi rutina diaria. Así que tomé un frasco de yogurth y al abrir la tapa me rasgué el dedo y me empezó a salir un poco de sangre, me hice unas de esas heridas molestas que son pequeñas pero duelen constantemente durante uno o dos días, no supe en ese momento que más pedirle a mi día para completar el horror que estaba viviendo.

En realidad las molestias exteriores y las cargas pesadas de trabajo no son un problema cuando la mente está despejada, pero mi cabeza era un torbellino y ante eso no hay más que desastre. A fin de cuentas me perdí toda la mañana en los quehaceres del trabajo, muchos pendientes por resolver, urgencias y tonterías; el tiempo se pasó rápido a lo cual no le puedo atribuir un adjetivo bueno o malo, quizá fue lo mejor que me pudo haber pasado hasta que llegaste tú y mi mente se puso en blanco durante un segundo, mis 60 minutos contigo fueron como un oasis en el desierto, cuando nos despedimos todo marchó en la misma dirección caótica de eventos que siguieron dándole el toque de terror a mi día, pero todo lo vi diferente, por una vez en mi vida estuve conforme con lo que tenía.

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