Volando entre cuervos y zanates


Voltee hacia arriba, pero mis ojos podrían ver más allá de un sólo ángulo, como si fuera un ser omnipresente que todo lo veía. Estaba en el patio de la casa de mis padres, parada justo en medio y rodeada por las plantas que abundan en ese lugar, sobre el cielo volaba un parvada de aves negras, la mayoría parecían ser zanates y en menor cantidad algunos cuervos que lucían gigantes a comparación de los más pequeños. 

De repente noté que sostenía una cuerda amarilla con mi mano derecha, entonces sentí el impulso de lanzarme al cielo y volar junto a los pájaros, teniendo como ancla la cuerda que se sostenía fuertemente en el piso. Salté y en un momento me encontré observando los tejados de las casas del barrio, algunos pájaros por alguna razón habían caído muertos sobre los techos y algunos se detenían a comerse la carroña que habían dejado, como caníbales se alimentaban de sus semejantes.

Seguía en mi vuelo hasta que mi cuerda se atoró entre unos cables eléctricos; temiendo por mi seguridad decidí descender hacia la calle más cercana. Puse mis pies sobre una acera a media calle de casa de mi abuela y me fui caminando para acercarme más al lugar. Sobre la calle sólo vi a dos personas, un hombre que se asomaba por su ventana y una niña vestida de negro que golpeaba la puerta de uno de los vecinos que viven frente a la casa a la que me dirigía. Esta imagen me inquietó, ya que no podría ver la cara de la niña que estaba volteada completamente hacia la puerta y tomé conciencia de que estaba soñando.

Aún con los ojos cerrados, regresé a mi habitación, estaba recostada en mi cama junto a mi esposo. Escuché la voz de una niña que le estaba hablando con un tono insistente y a la vez divertido:
- Por favor, otra vez. ¡Vamos otra vez! ¿Sí? ¡Por favor, sí!
Y escuchaba la voz de mi esposo que le contestaba desde sus pensamientos:
- No, no, no…
Repetidamente mientras ella hablaba y rogaba, él le respondía enojado que no.
Entonces la personita que se escuchaba de alguna manera se dio cuenta de que yo estaba escuchando, se quedó callada por un segundo y dijo:
- Entonces le preguntaré a ella.

Yo sentí mucho miedo, porque escuché sus pasos recorriendo el contorno de mi cama, yo seguía dormida, sin poder despertar aún, entonces intenté gritar para que mi esposo me escuchara y supiera que no me sentía bien. Logré esbozar algunos ruidos y entonces él me despertó.  Le dije que tenía miedo, entonces me abrazó; pero ya no pude dormir más, temía que de nuevo la niña me llevara a volar entre las aves negras.

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